POR: REDACCIÓN
En México, cada 1 y 2 de noviembre es tradición colocar alimentos y bebidas en las ofrendas o altares que se montan en honor al Día de Muertos, y existe la creencia de que esos elementos no se pueden consumir. En muchas familias mexicanas, los abuelos advierten que comer la comida de la ofrenda puede hacer que las ánimas regresen a “jalarte las patas” como castigo por no respetar su altar. Esta creencia se basa en la idea de que los espíritus regresan para visitar el altar, inhalan la esencia y el aroma de sus platillos favoritos, dejando los alimentos “sin sabor”.
El 3 de noviembre, cuando se retira la ofrenda, surge la pregunta de qué hacer con la comida. Es recomendable no consumir ciertos alimentos debido al riesgo de descomposición después de varios días en la intemperie, para evitar daños a la salud. Aquí te damos algunos detalles:
- Platillos como mole o tamales: No deben consumirse si estuvieron varios días sin refrigeración, ya que pueden contener bacterias que afecten la salud.
- Frutas: Son seguras si se lavan bien antes de consumir, ya que están menos expuestas al polvo y se mantienen frescas.
- Dulces y calaveritas: Estos son de los alimentos más resistentes. Las calaveritas de azúcar suelen repartirse entre niños, y los dulces de conserva pueden guardarse si se refrigeran.
- Pan de muerto: Si el pan está suave, es seguro consumirlo; si se ha endurecido, se puede moler para alimentar a las aves.
- Flor de cempasúchil: Es importante asegurarse de su procedencia y evitar aquellas que pudieron tener pesticidas. Los pétalos se usan en infusiones y atoles, pero deben lavarse bien antes de consumirse.