POR: REDACCIÓN
En 1999, Ruth Reichl, quien era la redactora en jefe de la revista Gourmet, extendió una invitación a un viaje a Etiopía, el país de origen del autor, que no había visitado desde su adopción a los dos años por parte de una familia sueca. Al aterrizar en Adís Abeba, la capital, una oleada de emoción lo invadió, y los recuerdos de un lugar conocido, pero a la vez desconocido, comenzaron a resurgir.
El bullicio del mercado local, con su explosión de aromas de especias y cereales, lo llevó a reflexionar sobre cómo el mijo, uno de los cereales que encontró, podría ser transformado en platillos reconfortantes. Este primer contacto marcó el inicio de una profunda conexión con la cocina de sus antepasados, así como con una búsqueda para integrar esos sabores en su propia vida.
Sin embargo, desde aquel viaje, el cambio climático ha complicado la agricultura en muchas partes de África. Las intensas lluvias y las sequías han impactado seriamente las cosechas, dejando a muchos agricultores en una situación precaria. A pesar de esto, ciertos cereales africanos, como el mijo, el sorgo y el tef, son resilientes y se adaptan mejor a estas condiciones adversas. Por ejemplo, el mijo perla puede prosperar en suelos difíciles, mientras que el tef, fundamental en la cocina etíope, es una fuente rica de proteínas y fibra que puede volver a crecer después de sequías extremas.
Con la disminución de la disponibilidad de alimentos básicos como el trigo y el arroz, es esencial diversificar nuestras opciones alimenticias. Los cereales como el mijo y el tef no solo pueden ayudar a las familias campesinas, sino que también tienen el potencial de convertirse en alimentos esenciales a nivel global, tal como ocurrió con la quinoa, que se popularizó en Estados Unidos a partir de la década de 1980 gracias a su valor nutricional.
Innovaciones en el mercado, como la colaboración entre el maestro cervecero Garrett Oliver y la empresa Yolélé, están promoviendo el uso de fonio en la producción de cerveza, conectando a agricultores de la región del Sahel con consumidores estadounidenses. Sin embargo, aún existen obstáculos significativos para que cereales como el tef y el mijo se establezcan en mercados occidentales, debido a la falta de recursos y de infraestructura.
A medida que la demanda de dietas basadas en plantas crece, es fundamental que chefs e influencers alimentarios resalten el valor de estos supergranos africanos. La integración de ingredientes como el tef en recetas familiares, como hot cakes, muestra el potencial de estos cereales para enriquecer nuestra alimentación diaria.
Los restaurantes también juegan un papel crucial en la promoción de estos ingredientes. En su establecimiento, el autor ha logrado introducir galletas de tef y otras delicias inspiradas en la cocina etíope, ampliando la paleta de sabores y ofreciendo alternativas nutritivas a los comensales.
Incorporar más ingredientes africanos en nuestra alimentación no solo diversifica nuestras opciones culinarias, sino que también puede ayudar a crear un mercado más sostenible. En lugar de percibir a África como una víctima del cambio climático, debemos reconocer su potencial como fuente de soluciones innovadoras para enfrentar esta crisis global.